Cocinando en la Cocina de Carbón: La Lección


RecordandoME aprendo la lección

Aunque me cueste admitirlo, la vida nos separó más de lo que nos separará la muerte

Tardes suaves de final de Verano envueltas en cuentos e historias, con encuentros inesperados con unos y con otros que me hablan de él y me hablan de un él que yo apenas conozco… quizás si yo les hablara del que yo conozco ellos también se sorprendería por descubrir una persona que apenas conocen.  

Lo curioso… es que… llevo unas semanas largas hablando con mis mujeres-amigas sobre el “malo amor” que hay en los tiempos que corren y como sorprende el “buen amor” cuando avistado. Aunque sé que hay muy “bueno amor” por ahí también sé que la mujer fue dividida y mientras se busca para completarse “ama demasiado” y los hombres fueron amputados en su aspecto femenino y por eso “no saben como amar”.

Me cuesta escuchar que él sabe amar… que a su manera amó, que a su manera ama, cómo pueden decirlo…  cómo puede él decirlo… cómo pueden evocar…  cómo puede evocar…  así, livianamente,  a una mujer ¿qué se ama, que se amó? ¿Cómo lo hace sin reconocer que fue más allá de la equivocación?
Todos nos equivocamos alguna vez, o varias, pero hay quien va más allá del equivoco y él es una de esas personas. Creo que los hombres son proclives a eso de ir más allá del equivoco, sobretodo los que no conocen el amor desde otra trinchera que no sea el machismo, pero no hablo del macho biológico, sino del cultural. Pero esto no les preocupa porque sólo creen en lo que dicen y hacen. Es una terquedad elegante, un imán que atrae a algunas mujeres y les roba su identidad… Cuando le robas la identidad a una persona, la hieres de muerte; más aún cuando ésta no lo nota. Él vendió la identidad de ella a pesar de que la amaba, a sabiendas de que simultáneamente hacía lo propio con la suya. ¿Eso es amor?

Miro hacia atrás y lo único que veo, que siento es que de alguna manera, durante una época, fuimos las marionetas de la tristeza, la soberbia, la ignorancia, los errores de aquella supuesta historia de amor… ¿y los aciertos, la humildad, la felicidad?
Un recuerdo, un amor, una pasión, una familia, un padre pero no nos lo dijeron a tiempo. Hay distintas velocidades para vivir la vida, en algunas de ellas este tipo de preguntas no se hacen.

En aquel tiempo no sabia explicarte lo que para mi era la felicidad…  estaba para mi suspensa en la copa de un árbol, en la hoja más alta que baila con la brisa del viento.
Me parece que la felicidad, la de cada uno, es igual a esa hoja. Hay que subir a lo alto del árbol y colgarse de la rama más alta  como una hoja y sentir la brisa-vida, bambolear  juntitas, tocarla, sentirla en el cuerpo. Subir al árbol y regresar. Puede ser que al otro día que regresemos la hoja se tenga desprendido y volado lejos, y aunque suelen (re) nacer otras en su lugar tal vez nosotras no lo hagamos, quizá ya no seamos las mismas ni ella, ni nosotras después de renacer.

En mi memoria una mujer y un hombre que hoy son dos seres muy diferentes a los que recuerdo.
Ella… Mujer, madre y amante de las flores, que ve cómo su mundo se desmorona ante la fatal reacción de su cuerpo tras años de “malo amor”. Su vida se vuelve un ciclón sin rotación que encuentra algo de pausa poquito a poco, muy poquito a poco. 
Él, hombre, padre y tanguero, que ve cómo su mundo se desmorona ante su avasalladora relación con el alcohol y su necedad para reconocer que fue más allá de la equivocación y frenar… parar de hacerlo una y otra vez. Su vida se vuelve un ciclón sin rotación pero no lograr encontrar algo de pausa.

Hasta hace un par de años quería saber, conocer y entender todo sobre esta relación, en una tentativa de ganar sabiduría y herramientas contra el “malo amor”, no veía murallas. Leía y leía, veía en todas direcciones buscando significados y acuñando símbolos. No es que ya no lo haga, pero la intención ha cambiado. Ahora miro a los ojos de ese hombre y descubro que el me guió, sin saberlo, hasta Lilith, esa mujer que vive desterrada en alguna parte del cuerpo-mente de todas las mujeres… cuando me di cuenta de ello me sentí agradecida, descubrí lo que este padre equivocado, “que me toco”, me enseño “(…) desde entonces (sé que) hay dos tipos de mujer sobre la tierra: las de Eva y las descendientes directas de Lilith. (…)”, y a mi, solo a mi, me toca escoger en cuál de esos dos campo me ubico. Aprendí que lo que necesito es tan pequeño y secreto, que no lo iba a encontrar muy lejos de mí… ni en ningún amor que habite fuera de mi cuerpo.  Ya no me interesa saber el Todo, el Cosmos, la Vida, la Humanidad… qué sé yo. Después de todo: …es muy poco lo que podemos entender, y a cada uno nos corresponde una parte de ello.


Um abraçO
Aida Suárez©01 de Setembro, 2012 

Aqui fica um conto "La Lola" um conto de uma mulher que amou demais, narrado por Martha Escudero.




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